sábado, 10 de abril de 2021

Sonría, está vd. en una red social

Debo admitir que cuando abrí mi cuenta de Twitter no lo hice demasiado convencido. Y a día de hoy, todavía tengo muchas dudas al respecto. Cada día más. No me atrae especialmente contar mi vida privada a gente que no conozco de nada, la verdad. Para mí Twitter, y las redes sociales en general, viene a ser la versión moderna de aquella viejas que en los pueblos se escondían detrás de las persianas para fisgar en las vidas de los demás, para más tarde ponerlos a parir en cualquier sitio. Seguramente vd. también ha conocido a alguien con el bronceado a rayas en la cara.

Sí, se me podrá decir que en Twitter, como en todos los sitios, hay de todo. Y seguramente eso es cierto. El mundo de internet es una enorme selva donde habitan especies cautivadoras, bellas y sociables, pero también caimanes, depredadores, simios, serpientes venenosas... exactamente como en el llamado mundo real.

Por todo eso, no me extraña en absoluto cuando leo noticias de que personas muy conocidas han optado por abandonar las redes sociales, hartas de insultos, falsedades y faltas de respeto a todas horas. El anonimato tiene eso: cualquiera puede menospreciar, mentir y soltar burradas sin apenas limitación. Supongo que la mitad de esta gente no se atrevería a hacer eso en drecto, a la cara. Es una de las ventajas de las redes sociales. Observo que mucha gente que en su vida diaria son ignorados por todos, aquí encuentran un buen campo abonado para conseguir notoriedad, y además no son pocos los que habitualmente les ríen las gracias. Toda una inyección de autoestima, sí señor.

Otro asunto curioso es que nunca sabes si estás hablando con alguien de 3, 30 o 90 años. Y lo peor de todo: si el tipo es un humano medio normal, si sus facultades mentales funcionan o si está borracho, por decir algo. Es decir, no conoces nada de tu interlocutor, más allá de lo que él dice. Será por eso que muchas respuestas que recibo a veces no sé ni cómo tomármelas: ¿Esto que dice irá en serio? ¿Por qué responde a cosas que no le he preguntado? ¿Quién será esta figura que viene con estos aires de superioridad, tal vez Dios?

En Twitter he comprobado que quien sea te da lecciones de microbiología molecular, virología extraterrestre, física cuántica submarina, percepción extrasensorial, cocinar con los pies e incluso te instruye sobre la forma correcta de limpiarte el culo, por si no sabías. Maravilloso, ¿a que sí? El gran ejército imperial de cuñados desfila orgulloso por la que consideran su casa.

Yo no sé vosotros, pero a mí todo esto me parece muy poco serio, y eso que yo otra cosa no tendré, pero sentido del humor me sobra desde siempre. Tal vez una de las soluciones a este circo cutre sea terminar limitando los contactos a los cuatro con los que se puede interactuar amistosamente. Supongo que al final el asunto va de eso: de pequeños grupos donde no se admita a cualquiera. Selección natural, vaya. Quizás sea buena idea.

De momento una cosa que me está funcionando bien es ignorar los comentarios de los cuñados habituales. Al final se cansan de hacer el ridículo, y de hablar solos, y desaparecen. Os lo aseguro.

Por otra parte, me gustaría aclarar que en las redes también he detectado a gente con muy buen nivel y que aportan argumentos interesantes. Es por ellos que vale la pena continuar ahí. No todo es negativo, por supuesto. 

De hecho los mejores chistes, vídeos, choteos y paridas variadas las he visto en internet. Y reconozco que me he reído, y me río mucho. ¡Claro que sí hombre, sonría, que está vd. en una red social!


 

No hay comentarios:

Publicar un comentario