viernes, 11 de noviembre de 2022

Escribir una trilogía, una experiencia alucinante

 



Acabo de terminar de escribir Keworzne, la última parte de la trilogía 'La guerra de Irena'. Sí, estoy contento por ello, no lo puedo negar. Aunque seguro que cualquier otro lo estaría mucho más que yo, y ahora voy a explicar el porqué.

Verás, resulta que yo tengo la teoría de que quien quiere hacer algo, al final lo hace. Y quien quiere poner excusas para no hacer nada, pues eso.

El caso es que yo no soy escritor profesional, me dedico laboralmente a otra cosa, pero siempre he sido muy aficionado a leer novelas de misterio y ciencia-ficción, entre otros géneros. Pues bien, resulta que cuando llegó el famoso confinamiento por el Covid-19 me planteé realmente la posibilidad de ser yo el creador de una historia, tiempo tenía de sobra, claro. Me hacía ilusión pensar que, por una vez en la vida, iba a ser yo el escritor y no el lector. Lo admito, me gusta crear, creo que tengo imaginación para ello.

Pues bueno, me puse manos a la obra y en noviembre de 2020 vio la luz mi primera novela: La Corona pagana de plata. Pocas veces en mi vida he depositado tanta ilusión en algo, tal vez para suplir mi inexperiencia como escritor. Pero en fin, se hace camino al andar. Cualquier persona experimentada alguna vez ha sido novata, eso es indudable.

El caso es que, según iba avanzando en la novela, me fui dando cuenta de que esa historia daba para mucho, dadas sus múltiples tramas (y aquí confieso que tuve que suprimir alguna, porque de lo contrario el libro no tendría 500 páginas, sino más de 1000, y tampoco quería eso).

El final de esta novela se quedó digamos semiabierto, es decir, dejé algunas tramas en un estado tal que podrían ser interpretadas por cada lector de una forma u otra. Lo que sucedió fue que, las primeras personas que la leyeron me comunicaron que el final resultaba algo o muy ambiguo, tal vez demasiado interpretable y abierto.

Y llegado a este punto fue cuando me planteé desarrollar una historia más extensa en tres libros. En este momento decidí que iba a escribir un libro por año, ya que mis obligaciones laborales me lo podían permitir. Y como buen cabezota que soy me impuse esa obligación. Lo haría, costase lo que me costase. Escribo a ratos, como muchos aficionados, y se hace lo que se puede y cuando se puede.

En noviembre de 2021 publiqué Casi mil años de tormentas, una novela cargada de cinismo y corrupción por los cuatro costados. Este libro ha sido el que menos me ha costado escribir de los tres. A mí crear situaciones con personajes cínicos y corruptos me sale bastante fácil, la verdad.

Y finalmente, en noviembre de 2022 sale a la venta Keworzne, un libro que me ha costado más de escribir, ya que debía cerrar muchas tramas y no me ha resultado sencillo, la verdad. Por cierto, antes de que me lo preguntes, Keworzne es una población de Polonia fruto de mi imaginación, donde todos los desastres parecen haberse concentrado allí, y hasta ahí puedo contar.

Keworzne es un libro duro, ya que se adentra en el oscuro mundo de la prostitución, el tráfico de niños, de drogas, etc. Pero también es un relato emotivo, con un final sorprendente que seguro que no deja a nadie indiferente.

Bien, no voy a enrollarme más, igual ya te he calentado demasiado la cabeza. Tan solo quería remarcar que escribir una trilogía resulta una experiencia única, pero también tiene mucho trabajo detrás, muchas horas dándole vueltas a la cabeza y todo eso. Por ello para mí terminarla ha sido una satisfacción, si bien lo había planificado todo de tal manera que se ha desarrollado según lo previsto, por tanto no me ha sorprendido apenas nada haber llegado al final del camino. Un camino de 3 años, que se dice pronto.

Por último aprovecho la ocasión para acordarme de los muchos escritores aficionados con los que he contactado en Twitter, los cuales han arrojado la toalla tras ver cómo está el panorama. No eran pocos los que aspiraban a vivir de la escritura, una profesión bonita, sin duda. Pero no ha podido ser. En fin, un abrazo afectuoso para todos ellos. La vida continúa.

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