sábado, 4 de noviembre de 2023

El origen de 'I.E.S. nº 2, el resurgir del odio'


Como muchos ya sabéis, tengo por norma publicar una novela en el mes de noviembre. Así lleva sucediendo desde el año 2020, fecha en la que debuté con mi primera obra: La Corona Pagana de plata. Por tanto, 'IES nº 2, el resurgir del odio' es la cuarta historia que ve la luz.

 


 

En mi faceta de escritor aficionado, o no profesional, una de las cosas que más me gusta es cuando alguien desconocido se dirige a mí, por la calle o en cualquier lugar, para contarme cualquier cosa sobre alguno de mis libros que ha tenido a bien leer. Es una sensación única, casi mágica. Y supongo que esto es así porque las personas lectoras forman parte de un ejército de seres anónimos que disfrutan en sus casas con las novelas que otros creamos desde las nuestras, en silencio, alejados del mundanal ruido, como se suele decir. Me asombra conocer a gente lectora, personas que, como yo, disfrutan con una buena historia de misterio, de fantasía, o de cualquier otro tipo. Pero claro, nadie va por la calle con una pancarta o una camiseta que ponga: "Yo soy lector". La lectura suele ser un acto solitario, privado, muy personal. Y por tanto, los lectores son en muchas ocasiones las personas que menos te imaginas que disfrutan en un rincón de su hogar empapándose de narraciones a las cuales les has dedicado tanto cariño como horas. En estos últimos tres años he conocido a personas lectoras que nunca hubiera dicho que lo son. Gentes de todas las edades y condiciones sociales e incluso económicas. Desde amas de casa, a profesores, estudiantes, jubilados y ciudadanos anónimos con los que te has cruzado montones de veces por la calle, pero que nunca habíamos hablado antes. Ya digo, todo muy curioso.


Pues bien, una de las peticiones que me han hecho es que podría escribir alguna cosa sobre aspectos de la vida cotidiana, hechos reales, por así decir. Para mí esto suponía alejarme bastante de lo que había escrito hasta el momento, y con lo que tanto he disfrutado, la verdad. Lo cierto es que estuve dándole vueltas a esa idea y me acabó por cautivar. Al final, no era ni más ni menos que la vieja idea de escribir sobre lo que uno sabe, o al menos sobre lo que uno ve a diario. Pero claro, relatar la cotidiano tampoco es que sea lo mío, para eso ya están los periodistas. Y así estuve unos días con esos pensamientos en la cabeza, hasta que me decidí por escribir sobre la vida en un instituto de educación secundaria.


Muchas son las personas que, en algún momento de sus vidas, han cursado estudios en estos centros educativos, por lo que les resultan ciertamente familiares. En los institutos, aparte de estudiar o tocarse uno las narices, se socializa mucho, se conocen nuevos amigos e incluso se han formado parejas estables que han perdurado hasta hoy día. La educación secundaria obligatoria abarca actualmente, más o menos, desde los 12 hasta los 16 años. Y hasta los 18 si se cursa el bachillerato. Unas edades muy especiales, bien lo saben los padres, donde suelen tener más conflictos de todo tipo con sus hijos, los cuales comienzan a respirar cierto aire de independencia y reclaman su espacio personal con cuantas menos interferencias mejor.


Pero ojo, porque es también en los institutos donde se han originado muchos enemigos de todo tipo, tanto entre alumnos como profesores o personal de administración y servicios. Leo en prensa que en los últimos años se están produciendo muchos actos de violencia realmente espantosos entre las paredes de estos centros educativos. También resulta muy común la opinión de que la educación está degenerando mucho, que cada vez es peor. Esto último me llamó mucho la atención, ya que hoy día existen muchos más medios de todo tipo para que las cosas funcionen de otro modo. ¿Qué está sucediendo con la enseñanza? Bueno, supongo que las causas son múltiples y complejas y que los profesionales de la educación saben lo que hacen. Sea como sea, algo no funciona como debería, y este párrafo que incluyo en la novela lo resume bastante bien:

 



Por mi parte, no suelo manifestar mis opiniones personales en las novelas. Esas me las guardo para mí. Pero sí que quisiera incidir en que cuando muchos se quejan, tal vez es que algo sucede.


Vaya este libro como reflexión sobre el funcionamiento del sistema educativo. Obviamente, todo lo narrado es ficticio, pero me gustaría que sirviese al menos como punto de partida inicial de una reflexión tranquila y calmada. ¿Estamos condenados a que la educación funcione mal? ¿No damos para más como sociedad? ¿Qué queremos realmente para nuestros hijos?


Y tú, ¿volverías al instituto? Ya no es lo que era.


#IES2

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