martes, 26 de octubre de 2021

 ¿Creerse las cosas o razonarlas?.- Casi mil años de tormentas

 

 


 

Para un aficionado como yo es un gran motivo de alegría que mi segunda novela vea la luz. Ya hace un año desde que publiqué La Corona Pagana de plata, mi primer libro. Ciertamente las circunstancias han cambiado mucho desde entonces. Todo eran dudas, incertidumbres, y bien poca gente era la que me solucionaba todos los interrogantes sobre publicación, promoción, etc. Y ojo, porque he tenido la fortuna de contactar en Twitter con muchos más escritores de los que jamás me hubiese imaginado. Eso sin duda me ha gustado mucho, contactar con gente que tiene inquietudes similares a las tuyas siempre está bien. Aunque también es cierto que difiero en muchas cosas con bastantes de ellos, la verdad.


Esta vez, con la experiencia de todo lo acontecido durante este año, me he sentido mucho más seguro, con las ideas más claras. Ciertamente cuando te atreves a publicar tu primera novela te asaltan pensamientos como “ya veremos si esto le gusta a alguien o se van corriendo tras leer las dos primeras páginas”, o “me van a tomar por loco por atreverme con una trilogía para empezar, ¿a quién se le ocurre?”. El hecho de ser un completo desconocido siempre es un problema y bien grande, pero algún día tiene que ser el primero. Tan solo una idea tenía clara entonces, y es que no pensaba hacer lo mismo que todos, seguir mi propio camino se iba a convertir en un objetivo irrenunciable. Para bien o para mal, el responsable de mis actos soy yo y no pienso echarle culpas a nadie de nada. Y es que esto de la escritura parece un valle de lágrimas sin aparente solución, todos se quejan por el difícil entorno y bien pocos aportan soluciones reales.


Pero una cosa positiva tiene el no ser un profesional de la escritura, y es que puedo hacer lo que me venga en gana sin apenas rendir cuentas a nadie (con lo bueno y lo malo que ello comporta, claro). Son muchos los que delegan las múltiples tareas que comporta escribir un libro: maquetación, portada, corrección de estilo y ortográfica, promoción… pues bueno, yo me lo guiso y me lo como todo. Esto es un trabajo en solitario por gusto que me he autoimpuesto, es una cruz que cargo porque quiero, a mí me va la marcha en ese sentido, qué le vamos a hacer.


El caso es que llega Casi mil años de tormentas tal y como lo tenía planeado: un año después de la primera novela. A este libro, continuación del anterior, decidí darle un aire ligeramente diferente. Continúan habiendo dos tramas claramente diferenciadas, una que tiene lugar en Lituania/Ucrania y otra en el subsuelo terrestre, a cual más perturbadora. Mi temor a que el lector pudiese pensar que este libro sea “más de lo mismo” me llevó a incidir en un aspecto diferencial, que en este caso ha sido la corrupción imperante en Europa y EEUU en los años 2031 al 2051. Aunque gran parte del relato es pura ficción, realmente partió de una profunda reflexión que muchos nos hemos hecho varias veces: ¿Qué pasaría en el mundo si muchas de las cosas que damos por supuestas fuesen en realidad mentiras ideadas por mentes retorcidas y miserables? Quién sabe ¿verdad?


Vivimos una época convulsa, donde existe una batalla feroz por imponer unas determinadas ideas y el instrumento elegido claramente son los medios de comunicación, siendo internet el emisor mayoritario de bulos y mentiras de todo tipo. He visto negar desde que ha nevado, a que la Tierra es redonda, a que existen volcanes en Canarias… cualquier gilipollez es válida siempre que el receptor esté decidido a tragársela. Y, por extraño que parezca, hay gente dispuesta a ello. Admitir que dos más dos son cinco es tan solo el principio de un macabro plan con inciertas consecuencias. ¿Y dónde quedó el cerebro del ciudadano, su capacidad de discernir entre varias opciones diferentes? Esa es la cuestión de fondo, ni más ni menos. Y eso es lo que he intentado plasmar, entre otras cosas, en esta novela: ¿Nos creemos las cosas por sistema o las razonamos? Mucho ojo, porque la respuesta no es tan evidente. En el libro me he centrado mucho en la corrupción de Ucrania, ya veréis cómo os cuesta discernir entre lo que es real y lo que es ficticio, fruto de mi invención.


Me despido de todos vosotros esperando que disfrutéis con la lectura de Casi mil años de tormentas tanto como yo creando situaciones distópicas y disparatadas que sin duda os harán replantearos muchas cosas sobre el mundo en que vivimos, esa es la idea. Que algo sea habitual no significa que tenga sentido, os lo aseguro. Saludos cordiales, y ojalá que jamás suceda lo que planteo en mi querida última novela.





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